OPINIÓN | Albita Rodríguez: Soy el resultado de lo prohibido

Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion

(CNN Español) – La Academia Latina de la Grabación anunció el pasado 18 de junio que su premio a la excelencia 2024 sería otorgado a la cantautora cubana Albita por su destacada trayectoria como autora e intérprete, tras alcanzar 10 nominaciones y un Grammy, entre otras distinciones.

Albita es autora de temas antológicos como La parranda, Qué culpa tengo yo, Tonada de amor y Décimas infieles. Profunda innovadora de la música latinoamericana e iberoamericana desde su raíz. Iniciada en el acervo de la décima y el repentismo, su obra ha experimentado mutaciones excepcionales, trazando melodías arraigadas en ese viaje de ida y vuelta entre España y Cuba, enriquecidas con ritmos de la tradición afrocubana, la nitidez y esencialidad de la poesía femenina insular, asentada del siglo XIX a la fecha.

Al resumir toda una vida de trabajo y creación ¿Qué lugar ocupa la música cubana, la música campesina, el repentismo, la huella de tus padres, Minerva y Martín, en el corazón de tu obra?

Toda mi obra, sin excepción, tiene huellas evidentes de esa influencia. No solo por algo que se produce en mi naturalmente, sino porque entendí, entiendo y amo la necesidad del florecimiento constante de lo más arraigado y puro de la música de Cuba. La música cubana es de una fertilidad a prueba de modas, épocas y fantasías comerciales. Mantenerla viva no es solo una pasión, sino regar la semilla para que germine cualquier otra locura maravillosa.

La primera vez que te vi en el escenario comprendí que Albita Rodríguez es un canon. Tu voz, gestualidad y fuerza interior al moverte y decir lo que estás sintiendo. El juego entre lo sensual, naïve y elaborado, la energía desbordante al retar y abordar al público, la alegría melancólica de tus versos, y esa liberación que solo advertí en interpretes femeninas de la música brasilera como Gal Costa o Elis Regina. ¿Qué lugar tiene la libertad en tu vida y obra?

La libertad es mi religión. Crecí en un entorno lleno de prohibiciones. Soy en escena el resultado de lo prohibido. El desenfado del rock, la pureza a prueba de marketing y la necesidad de la honestidad.

La vida personal de Albita es un secreto muy bien guardado. Sin embargo, como ocurre en los casos de Marta Valdés y Bola de Nieve, de solo repasar la literatura de tus canciones, tus misterios, anhelos y preocupaciones saltan a la luz, y puedes ser leída como un músico a su partitura. ¿Qué lugar ocupa en tu carrera la composición? ¿Existiría Albita Rodríguez sin este don?

No creo que mi vida privada sea un secreto, solo que no es mercadeable. Escribir canciones es tener alas. Cantar es volar. No existiría sin una de las dos. Pulmón y aire.

Lograr que tu obra sea difundida en el mundo, sin el respaldo mayoritario del público cubano, quienes, hasta hoy tienen prohibido escucharte en las emisoras de tu país, llenar estadios, teatros o acceder a ciertas plataformas. No poseen medios prácticos para votar masivamente por tus candidaturas. Ese el gran reto de una mujer que ha defendido su obra desde el exilio. ¿Cómo ha sido este viaje a contracorriente? ¿Cuál sería el mejor escenario para los artistas cubanos en las próximas décadas?

El único camino posible ha sido la autenticidad. Yo amo la música cubana como amo a mi madre. Ha sido duro y apasionante al mismo tiempo. A veces vuelas y a veces caes. Hay una frase que no por usada deja de tener actualidad: “Para saber hacia dónde vamos, hay que saber de dónde venimos”. No importa cuál es tu modo de expresión, tu estilo, la identidad siempre es el mejor lenguaje.

No puedo cerrar esta entrevista sin preguntar qué significa para ti este premio. Y en tributo a tu tradición, me permito lanzarte este pie forzado: “Por mi premio a la excelencia”.

Después de tanto camino cabalgando sobre un verso
me regala el universo un premio para mi trino
En mi canto me empecino ahora que todo es tendencia
Por eso para la audiencia que te lee frecuentemente
doy gracias humildemente
por mi premio a la excelencia.

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