(CNN) — Es el fin de una era.
El modelo disruptivo de streaming creado por Netflix, que ofrecía menús «todo lo que puedas comer» de películas, series y un sinfín de entretenimiento sin molestos anuncios a precios extraordinariamente bajos, llegó oficialmente a su fin este miércoles.
El jefe de Disney, Bob Iger, anunció durante el informe trimestral de resultados de la compañía que el Magic Kingdom volverá a subir los precios de Disney+ por segunda vez en menos de un año, aumentando el costo mensual de su plan sin publicidad 3 dólares a US$ 13,99 en octubre. Hulu, de la que Disney posee una participación mayoritaria, también aumentará el precio mensual de su suscripción sin publicidad 3 dólares, a US$ 17,99.
El aumento de más del 20% en los precios significa que Disney+ ahora costará el doble del precio original, cuando el servicio debutó hace cuatro años, y el nivel sin anuncios de Hulu ahora es más caro que el plan más popular de Netflix.
Cuando Iger lanzó Disney+ en 2019, dijo que estableció deliberadamente el precio del servicio muy por debajo de los competidores «para llegar al mayor número de personas posible».
Pero la medida de este miércoles de aumentar significativamente los precios marcó un reconocimiento, por parte de Iger, de la intención del gigante de los medios de exprimir más ingresos del streaming empujando a los consumidores a los planes respaldados por publicidad, que han demostrado ser más rentables.
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«El mercado publicitario del streaming se está recuperando —dijo Iger a los inversores en la conferencia trimestral sobre beneficios—. Es más saludable que el mercado publicitario de la televisión lineal. Creemos en el futuro de la publicidad en nuestras plataformas de streaming, tanto Disney+ como Hulu».
Los movimientos de Disney forman parte de una tendencia más amplia que se está produciendo en todo el panorama de la industria. Las empresas de medios de comunicación, que buscan maximizar sus beneficios a medida que Wall Street se impacienta con ellas nadando en mares de interminables números rojos, están abandonando rápidamente las estructuras de precios que ofrecían a los consumidores bibliotecas de contenidos sin fondo a precios demasiado buenos para ser ciertos y para todos.
Paramount, Warner Bros. Discovery, NBCU e incluso Netflix han subido los precios este año en un esfuerzo por ser rentables. Y como Iger anunció este miércoles para Disney, también están en camino las restricciones al uso compartido de contraseñas.
El anuncio pone fin a gran parte del atractivo inicial que llevó a la popularidad del streaming. Cuando Netflix ofreció por primera vez su servicio pionero, por solo US$ 8 al mes, millones de personas se suscribieron, deseosas de tener acceso al amplio catálogo de la empresa por sólo una fracción del costo del paquete de televisión por cable tradicional. Aquello sirvió como génesis de la era del streaming, en la que las empresas de entretenimiento tradicionales, como Disney, se apresuraron a lanzar sus propios productos directos al consumidor a precios insosteniblemente bajos.
Ahora todo eso se acabó.
Esas enormes bibliotecas de contenidos son cada año más caras (por no decir que se reducen). De hecho, en 2023, los consumidores que combinen unos cuantos servicios de streaming descubrirán que el gasto final es el mismo que el del cable básico. Si a esto añadimos la introducción de la publicidad en el streaming, el producto final se asemeja inquietantemente al cable on demand.
Es un final irónico para la guerra del streaming. Después de invertir miles y miles de millones de dólares en la construcción de plataformas de streaming supuestamente revolucionarias, y de diezmar los modelos de negocio que durante décadas ofrecieron estabilidad a la industria, el producto final se parece terriblemente a aquello de lo que las empresas y los consumidores intentaban liberarse en un principio.