Recrean el aroma del bálsamo utilizado en una momia egipcia de hace 3.500 años

(CNN) —  Los científicos lograron descifrar un antiguo aroma al identificar los ingredientes utilizados en los bálsamos de momificación egipcios, y recrearon su fragancia.

Quienes deseen conocer este aroma de miles de años de antigüedad podrán encontrar lo que los investigadores han bautizado como «el aroma de la eternidad» durante una próxima exposición en el Museo Moesgaard de Dinamarca.

Nombrada como «el aroma de la vida eterna», la fragancia se basa en la cera de abejas, los aceites vegetales y las resinas de árboles de tierras lejanas que el equipo encontró en bálsamos utilizados hace más de 3.500 años para preservar a Senetnay, una noble cuyos restos se colocaron en vasos canopos y se descubrieron en el Valle de los Reyes de Egipto, en 1900.

El hallazgo revela la condición social de Senetnay, así como los métodos utilizados para conservar sus restos y la importancia de los ingredientes del bálsamo. Un estudio con amplios detalles del caso se publicó este jueves en la revista académica Scientific Reports.

«Los ingredientes para embalsamar encontrados en los bálsamos de Senetnay se encuentran entre los más elaborados y diversos jamás identificados de este periodo, revelando el meticuloso cuidado y sofisticación con que se crearon», dijo la autora principal del estudio, Barbara Huber, investigadora doctoral del Instituto Max Planck de Geoantropología en Alemania.

«La presencia de una gama tan amplia de ingredientes, incluidas sustancias exóticas como el dammar o la resina del árbol de la Pistacia, indica que se utilizaron materiales extremadamente raros y caros para su embalsamamiento», añadió Huber. «Esto apunta al estatus excepcional de Senetnay en la sociedad».

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Descubriendo la historia de Senetnay

Poco se sabe de Senetnay, pero investigaciones previas han establecido que vivió alrededor del año 1.450 a.C. y que fue la nodriza del faraón Amenhotep II, el hijo y heredero tan esperado del faraón Tutmosis III. Cuidó de Amenhotep II y lo amamantó de niño.

Según los registros históricos, Senetnay recibió el título de «Ornamento del rey» y se convirtió en un miembro valioso del séquito del faraón. Tras su muerte, los órganos vitales de Senetnay fueron embalsamados y colocados dentro de cuatro vasos canopos con tapas en forma de cabeza humana.

Los egipcios extraían cuidadosamente órganos como los pulmones, el hígado, el estómago y los intestinos durante el proceso de momificación para evitar la proliferación de bacterias y conservar mejor el cuerpo. Según el estudio, los egipcios creían en la conservación del cuerpo para el más allá, de modo que el alma de una persona tuviera un lugar al que regresar.

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Los vasos canopos se fabricaban con piedra caliza, que absorbía algunos de los ingredientes del embalsamamiento. Crédito: Christian Tepper/Museo August Kestner

Tras el proceso de embalsamamiento, los frascos se colocaron dentro de una tumba real en el Valle de los Reyes, donde el egiptólogo Howard Carter los encontró en 1900. El cuerpo de Senetnay no fue recuperado (más tarde se atribuiría a Carter el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922).

La inclusión de Senetnay en el Valle de los Reyes, «una necrópolis normalmente reservada a faraones y nobles poderosos», sugiere «un privilegio extraordinario, y la alta estima en que Senetnay era probablemente tenida por el faraón», según el estudio.

Según Nicole Boivin, coautora del estudio y jefa del grupo de investigación del Instituto Max Planck de Geoantropología, «este trabajo permite comprender los grandes esfuerzos que los egipcios realizaban en sus prácticas mortuorias, y no solo para los faraones, sino también para otros individuos de la sociedad». «Pero también deja claro que Senetnay fue una persona significativa, con una importancia que supera la simple descripción de ella como nodriza del futuro faraón Amenhotep II».

Descifrando los ingredientes

Los dos frascos que contenían los pulmones y el hígado de Senetnay forman parte de la colección egipcia del Museo August Kestner de Hannover, Alemania, desde 1935. Sobrevivieron a la destrucción durante la Segunda Guerra Mundial al ser almacenadas en una mina de sal. Las otras dos vasijas, que no formaban parte del estudio, se conservan en colecciones de otros lugares.

El contenido desapareció hace tiempo, pero los investigadores pudieron raspar el interior de los frascos para estudiar los residuos dejados por los bálsamos, así como lo que se había filtrado en la piedra caliza porosa de los frascos.

Las recetas exactas utilizadas en la momificación han sido objeto de debate durante mucho tiempo porque los antiguos textos egipcios no nombran ingredientes precisos. El equipo comenzó su investigación para identificar los ingredientes del bálsamo en 2021 utilizando diversas técnicas analíticas muy avanzadas. Los bálsamos diferían ligeramente entre los dos frascos, lo que significa que podrían haberse utilizado ingredientes distintos según el órgano que se conservara.

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Un perfumista trabajó con los investigadores para recrear el aroma. Crédito: Carole Calvez

Los bálsamos contenían cera de abeja, aceites vegetales, grasas animales, alquitrán, un producto natural del petróleo y resinas. También estaban presentes compuestos como la cumarina y el ácido benzoico. La cumarina, que tiene un aroma parecido al de la vainilla, se encuentra en la canela. Y el ácido benzoico, en resinas y gomas de árboles y arbustos.

En el vaso utilizado para almacenar los pulmones de Senetnay, los investigadores detectaron resinas aromáticas de alerce y algo que, o bien es dammar de árboles de la India y el sudeste asiático, o bien resina de árboles de Pistacia que pertenecen a la familia de los anacardos.

«La presencia de ciertos ingredientes indica que los egipcios habían establecido rutas y redes comerciales de gran alcance. En particular, la presencia de resina de alerce, procedente del norte del Mediterráneo y Europa central y, potencialmente, de damares, resina exclusiva de los bosques tropicales del sudeste asiático, pone de manifiesto el vasto alcance de las rutas comerciales egipcias a mediados del segundo milenio a.C.», explica Huber.

Los investigadores siguen trabajando para confirmar si el dammar era uno de los ingredientes.

«Si es dammar, ha recorrido un camino asombrosamente largo, y esto proporciona una nueva visión de las antiguas redes comerciales», dijo Boivin en un correo electrónico. «Viajar era difícil en extremo, y las expediciones significativas por mar eran todavía relativamente raras. Es poco probable que los propios egipcios viajaran a esas tierras lejanas, sino que formaban parte de redes de intercambio que enlazaban con otras redes. Pero eran las primeras fases del mundo globalizado en el que vivimos hoy».

Si se confirma que el dammar es un ingrediente, eso sugeriría que los egipcios tuvieron acceso a la resina casi un milenio antes de lo esperado, señalaron los autores del estudio. Recientemente se identificó el dammar como ingrediente de embalsamamiento en Saqqara, datado en el primer milenio antes de Cristo.

Los nuevos hallazgos sugieren que los bálsamos relativamente complejos utilizados en la conservación de Senetnay pueden haber sido el inicio de una tendencia de otros más elaborados utilizados posteriormente.

Recrear el aroma

Tras identificar los ingredientes, el equipo de investigación trabajó con la perfumista francesa Carole Calvez y la museóloga sensorial Sofia Collette Ehrich para recrear el aroma real del bálsamo.

El meticuloso proceso llevó meses y múltiples pruebas y avances antes de dar con un aroma históricamente preciso y evocador, explica Huber.

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La resina dammar, un ingrediente utilizado en embalsamamientos, aparece junto a un frasco del antiguo aroma recreado. Crédito: Barbara Huber

«La primera vez que me encontré con el aroma, fue una experiencia profunda y casi irreal», afirma. «Después de pasar tanto tiempo inmersa en la investigación y el análisis, tener por fin esta conexión tangible y aromática con el mundo antiguo fue conmovedor. Fue como sostener un tenue eco del pasado».

El equipo de investigación quería ofrecer a los visitantes del museo una experiencia más inmersiva en el mundo antiguo mediante la incorporación de un elemento olfativo y, al mismo tiempo, hacerlo más accesible a los visitantes con discapacidad visual, dijo. «El aroma de la vida eterna» formará parte de una exposición sobre el antiguo Egipto que se inaugurará en octubre en el museo danés.

«El olor proporciona una conexión única y visceral con el pasado, invocando una especie de viaje en el tiempo que es íntimo y evocador», dijo Huber. «Al reintroducir este antiguo aroma, pretendemos tender un puente entre el antes y el ahora, permitiendo a los visitantes ‘respirar’ de verdad un fragmento de la antigüedad».

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