Hong Kong (CNN) — Xi Jinping realiza esta semana su primera visita a Estados Unidos en seis años para asistir a una esperada cumbre con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la que el líder chino probablemente intentará reforzar la economía de su país, que está bajo problemas, y hacer frente a los esfuerzos que se perciben de Estados Unidos por reprimirla.
El hecho de que Xi aterrice en California para esta visita de cuatro días, que incluye su asistencia al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, ya es de por sí notable.
Los líderes de las dos principales economías del mundo no han hablado desde la última vez que se reunieron al margen de otro encuentro internacional en Bali, Indonesia, en noviembre de 2022.
Para organizar esta reunión, sus gobiernos tuvieron que sortear una serie de cuestiones polémicas: desde el manejo de un globo de vigilancia chino supuestamente espía hasta la persecución de Beijing a empresas internacionales, pasando por las restricciones recíprocas en materia de alta tecnología.
Las expectativas de grandes avances en la reunión de esta semana son escasas.
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Xi llega a California en plena lucha por reactivar una economía china que aún no se ha recuperado del todo tras la relajación de sus estrictos controles relacionados con la pandemia de covid-19, con el mercado inmobiliario en crisis y un desempleo juvenil récord.
Los problemas económicos, combinados con la inexplicable destitución de dos altos cargos de su gobierno elegidos personalmente, empañaron la imagen que Xi proyectó la última vez que se reunió con Biden, cuando acababa de consolidar el poder y de iniciar un tercer mandato al frente de China que rompería las normas.
Biden, por su parte, se encuentra agobiado por los desafíos internacionales, desde la guerra en Ucrania hasta el más reciente conflicto en Gaza. Otro potencial conflicto mundial que involucre a China es lo último que le gustaría ver, especialmente de cara a su campaña por la reelección el año que viene.
«En un momento en el que ambos se enfrentan a desafíos internos y de política exterior, hay menos incentivos para que traten de perseguirse mutuamente y un poco más de incentivo para que estabilicen su relación», dijo Yun Sun, director del Programa de China en el centro de estudios Stimson Center en Washington.
La agenda de Xi
A pesar de los desafíos a los que se enfrenta en casa, el aislado líder chino puede verse en una posición más fuerte en relación con Biden. Beijing considera que Estados Unidos está sumido en una profunda polarización política y en declive en el plano global.
«Xi cree que Estados Unidos quería mejorar la relación con China y él respondió. Le enviaron esas delegaciones… (después de que él) presionó al gobierno estadounidense», dijo Suisheng Zhao, director del Centro para la Cooperación China-Estados Unidos de la Universidad de Denver, en referencia a las visitas de funcionarios estadounidenses a Beijing en los últimos meses.
Beijing cree que es Estados Unidos el que «debe hacer una corrección» en su actitud hacia China. A sus ojos, si «vienen a nosotros y hablan con nosotros, entonces deberían (moverse) en nuestra dirección», dijo.
Según los analistas, uno de los asuntos que encabezan la lista de Xi es el empeño de Estados Unidos por diversificar las cadenas de suministro para reducir la dependencia de la fabricación china, un motor económico, y sus esfuerzos por restringir el acceso de China a los tipos de tecnología avanzada estadounidense vitales para las industrias de alta tecnología del país y la modernización de sus fuerzas armadas.
Beijing considera que estos esfuerzos, que incluyen restricciones a la venta de chips avanzados a China y prohibiciones de algunas inversiones tecnológicas estadounidenses en China, son acciones flagrantes para reprimir su ascenso, y no las medidas de seguridad nacional limitadas y selectivas que el gobierno de Biden pretende que sean.
Las autoridades chinas han contraatacado con sus propios controles sobre los materiales naturales utilizados para fabricar productos tecnológicos.
También es probable que Xi presione a Biden para que le dé garantías sobre la política estadounidense hacia Taiwán, la democracia autónoma que reclama el gobernante Partido Comunista de China y con la que ha prometido unirse.
Estados Unidos ha incrementado su apoyo a la isla en los últimos años, en un contexto de creciente agresión por parte de China. La cuestión se agudiza ante las inminentes elecciones presidenciales de enero, en las que Beijing espera que pierda el poder el Partido Democrático Progresista de Taiwán, que se opone a estrechar lazos con China.
«(Beijing) sabe que se acercan las elecciones. Le están diciendo a Estados Unidos de todas las maneras posibles que este es un asunto de línea roja, que no lo toque, y que es mejor que controle al candidato del Partido Democrático Progresista para que no desencadene una guerra que tengamos que librar», dijo Sun, del Centro Stimson.
El viaje a California será también una oportunidad para que Xi presente a los empresarios estadounidenses la idea de que China sigue siendo un lugar de oportunidades y está comprometida con las reformas favorables a las empresas que han impulsado su meteórico ascenso en las últimas décadas.
Se espera que Xi subraye este punto durante un discurso dirigido a los líderes de la industria estadounidense en una cena esta semana, aunque Beijing aún no confirma su asistencia.
La confianza empresarial en China se ha resentido en los últimos años tras los estrictos controles de la pandemia y a medida que Xi intensificaba el control estatal sobre la economía y ampliaba una ley contra el espionaje ya de por sí vaga y de gran alcance. Una serie de redadas y detenciones que afectan a empresas internacionales aumentaron la preocupación de las firmas occidentales sobre los riesgos de hacer negocios allí.
«Señales positivas»
La preparación de la visita de Xi a Estados Unidos ha estado marcada por señales que indican que China espera suavizar las tensas relaciones.
En las últimas semanas, China ha recibido en Beijing a veteranos estadounidenses miembros de los Tigres Voladores, un grupo de pilotos de combate y militares que ayudaron a China a luchar contra los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, en una ceremonia conmemorativa. Los medios de comunicación estatales cubrieron ampliamente el acto y la posterior gira del grupo por China.
Las páginas del portavoz del partido, People’s Daily, también incluyeron artículos en los que se pedía una mejora de los lazos. Un editorial, escrito bajo el seudónimo de Zhong Sheng, reservado para pronunciamientos importantes de política exterior, elogió el «enorme potencial de cooperación entre los dos países».
El giro respecto a la retórica antiestadounidense habitual fue tan rápido que algunos usuarios chinos de redes sociales tomaron nota, y dieron pie a chistes en las plataformas. «De acuerdo, dejaré de odiar a EE.UU. por ahora y esperaré a nuevos avisos», escribió un usuario.
El sentimiento de la población china hacia Estados Unidos también parece haberse suavizado en los últimos meses, según las encuestas mensuales realizadas por la empresa de análisis empresarial Morning Consult. De abril a octubre, el porcentaje de adultos chinos que consideran a Estados Unidos «enemigo o hostil» cayó 9 puntos porcentuales, hasta el 48%, según la encuesta.
Por otra parte, la visita de cuatro altos funcionarios estadounidenses a Beijing durante el verano ya dio lugar a nuevas conversaciones a bajo nivel y a viajes recíprocos, lo que supone un importante paso adelante hacia el restablecimiento de las líneas de cooperación cortadas por Beijing en protesta por la visita a Taiwán en 2022 de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
«Inviable en la práctica»
Pero cuando se trata de si alguna de esas conversaciones, y la cumbre entre Biden y Xi, se traducirán en concesiones en los temas centrales que impulsan las tensiones entre Estados Unidos y China —como Taiwán, las reivindicaciones de Beijing en el disputado mar de China Meridional o los esfuerzos de ambas partes en nombre de la protección de su seguridad nacional—, los analistas se muestran escépticos.
«Aunque tanto China como Estados Unidos esperan evitar que su competencia y enfrentamiento se deterioren drásticamente (…) y ambas partes conceden gran importancia a evitar conflictos militares entre sí, ninguna de ellas está dispuesta a otorgar concesiones significativas y duraderas», afirmó Shi Yinhong, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Renmin de China.
Incluso en cuestiones internacionales, en las que ambas partes tienen interés en garantizar la estabilidad mundial, no está claro hasta qué punto puede haber coordinación.
Tras casi dos años de guerra en Ucrania, a Estados Unidos parece quedarle pocas esperanzas de que Beijing presione a su socio cercano Rusia para que ponga fin a su invasión.
En cuanto al más reciente conflicto en Gaza, incluso si Biden pide a China que ayude a presionar a su socio comercial Irán para que no se involucre, la coordinación podría ser «inviable en la práctica», según Shi.
China también sigue recelosa de que se agudice la retórica estadounidense durante las próximas elecciones en Estados Unidos, en las que tanto republicanos como demócratas podrían querer parecer duros con China para atraer votantes.
Todo esto significa que, aunque es probable que China y Estados Unidos reanuden sus interacciones positivas tras la reunión, sus lazos seguirán siendo frágiles, según los analistas.
Esas interacciones «no resolverán el conflicto fundamental de intereses nacionales entre ambos», dijo Sun en Washington. «Así que la pregunta que se hará la gente es: ¿hasta qué punto es esto genuino y sostenible?».
Nectar Gan y Marc Stewart, de CNN, contribuyeron a este reporte